¿Y AHORA QUÉ?

Miércoles, 8 julio, 2009 7:17PM

La derrota electoral del kirchnerismo significa el rechazo de la ciudadanía a un estilo de gobierno autoritario y basado en la mentira y la hipocrecía.-

De la contundente derrota sufrida por el kirchnerismo en las elecciones del domingo pasado se pueden sacar algunas conclusiones para tratar de entender mejor lo que ocurrió y lo que vendrá.-
En primer término se puede afirmar que la ciudadanía a través del voto ha rechazado un estilo de gobierno basado en la soberbia, el autoritarismo, la prepotencia, en la confrontación permanente y en la total falta de respeto a las personas y a las instituciones.-
También le ha dicho que no a la mentira institucionalizada, cuya muestra más demostrativa son los datos falsos que publica el INDEC y que fue llevada al extremo de presentar candidaturas truchas para obtener votos por medio del engaño y la confusión, lo que no les sirvió de nada, como lo evidencian los pobres resultados obtenidos. Ha quedado también demostrado aquello de que no se puede engañar y mentir a muchos durante tanto tiempo. El impresionante aumento de la pobreza y de la indigencia, del desempleo, de la inseguridad y de los graves problemas de salud que aquejan a la población, son algunos de los elementos que se han constituido en una barrera infranqueable para las mentiras kirchneristas.-
Los que tenían la esperanza de que frente al mensaje de las urnas los Kirchner iban a cambiar sus modos de actuar y que iban a bajar el nivel de su altanería y soberbia han quedado rápidamente desencantados. Bastó para ello la balbuceante alocución que en la madrugada dirigió Kirchner con el rostro desencajado diciendo que había perdido “por poquito” y la lamentable conferencia de prensa de su mujer sosteniendo, entre sus clásicas muecas, mohines y falsas sonrisas, que prácticamente habían ganado la elección al obtener el 30% de los votos en todo el país. Indudablemente no han aprendido la dura lección y piensan seguir tomando el pelo a la ciudadanía.-
Las elecciones del domingo pasado hubieran pasado como una elección parlamentaria más, cualquiera hubiera sido su resultado, pero como el propio Kirchner se encargó de sostener que era un plebiscito sobre “el modelo” y la gestión de gobierno, debe entender que la gran mayoría de los ciudadanos, el 70% según sus propios números, le dijo categóricamente que no lo aceptaba. Si una situación semejante se hubiera producido en un sistema de gobierno parlamentario, habría significado su fin. En nuestro sistema presidencialista significa un severo llamado de atención para corregir el rumbo del gobierno, a lo cual parece que los Kirchner no están dispuestos. Más aún, los que los conocen están seguros que no cambiarán un ápice ni las políticas ni el estilo de conducción, pese a la irritación y el rechazo que les ha demostrado la ciudadanía.-
No tengo dudas que a partir del domingo a la noche empezó la “operación despegue” de la gran mayoría de los seguidores y aduladores, a niveles de indignidad en algunos casos, del matrimonio presidencial. Ya conocemos los pretextos que utilizarán: “me obligaron las circunstancias”, o “lo hice para conseguir fondos para la provincia (o para el municipio)”, o “ahora me alejo porque los que cambiaron son ellos”, etc. etc. Algunos diputados supuestamente kirchneristas ya se han apresurado a decir que no integrarán el bloque que responde al oficialismo. Seguramente algunos gobernadores, intendentes y dirigentes provinciales que hasta el domingo se presentaban como fervientes kirchneristas, atribuirán la culpa de la pobre elección en sus provincias a que se produjo una ola “anti K”, como si ellos nunca hubieran formado parte y defendido ese espacio político. Habrá también muchos que haciendo uso de su reconocida “labilidad” política ya se están preparando para abandonar el territorio pingüino y enfilar para donde soplen los nuevos vientos políticos.-
Todo hace presumir que se vienen tiempos muy difíciles porque los Kirchner están terminando de dilapidar los recursos obtenidos en los tiempos de bonanza y de los fondos apropiados a las AFJP y nadie quiere invertir en el país por falta de seguridad jurídica y de confianza en el Gobierno. No puedo dejar de sospechar que si se agrava la crisis que ya se está viviendo, le volverán a echar la culpa a la década de los noventa.-