El quórum como mecanismo de extorsión

Viernes, 22 diciembre, 2023 9:51PM

19-12-2023 – CLARIN

Resulta patético ver a los legisladores agazapados detrás de las cortinas del recinto o en dependencias aledañas, a la espera de que fracase la sesión.

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Una de las maniobras más repudiables que se han venido ejecutando en el Congreso de la Nación, con mayor frecuencia en los últimos años, es la que practican algunos bloques o los legisladores individualmente, que se niegan a dar quórum para el inicio de las sesiones parlamentarias.

En otras palabras, significa impedir que las Cámaras funcionen.

El ejemplo más reciente es la del bloque kirchnerista del Senado, que se negó a dar quórum para el inicio de la sesión convocada por la Vicepresidenta para elegir a las autoridades del cuerpo. Los senadores kirchneristas recién entraron al recinto cuando el oficialismo y otros bloques partidarios habían conseguido el quórum legal. De paso digo que la sesión fue absolutamente válida por cuanto la elección de sus autoridades es una atribución propia de cada Cámara y no un acto de naturaleza legislativa que hubiera requerido la convocatoria a sesiones extraordinarias.

La concurrencia de los legisladores a las sesiones de la Cámaras es una obligación primaria y fundamental, establecida por la Constitución Nacional, al punto tal de determinar expresamente en el artículo 64, la posibilidad de que una minoría pueda “compeler” a los miembros ausentes para que concurran a las sesiones “en los términos y bajo las penas que cada Cámara establecerá”.

En consonancia con la citada norma constitucional, el Reglamento de la Cámara de Diputados, después de establecer expresamente la obligación de los diputados de asistir a todas las sesiones (artículo 16), faculta a la minoría para acordar en el recinto de sesiones la manera de “compeler” a los inasistentes, además de autorizar el descuento de las dietas.

En el del Senado se atribuye a la minoría la facultad de hacer citar especialmente a los ausentes con mención expresa de sus nombres en dos diarios de la Capital y en caso de no concurrir a una segunda convocatoria de la sesión, se les pueden aplicar multas o compelerlos por la fuerza pública (artículos 27 y 28).

Más allá de las disposiciones constitucionales y reglamentarias, la asistencia de los legisladores constituye una obligación ética y moral que deriva de la naturaleza misma de la representación: han sido elegidos por el pueblo para que cumplan con las obligaciones atinentes al cargo y posibiliten el normal funcionamiento de la Cámara que integran.

La negativa a hacerlo constituye una violación del mandato y la confianza que les han conferido los ciudadanos. Peor aún, la amenaza de no dar quórum, como ocurrió en diversas oportunidades, suele utilizarse como un mecanismo de extorsión para lograr ventajas políticas, alterando gravemente el sistema republicano y democrático de gobierno.

La obligación de los parlamentarios de concurrir a las sesiones rige en las asambleas parlamentarias de todo el mundo. Un caso ilustrativo es lo resuelto por el Tribunal Constitucional de España rechazando un recurso de amparo presentado por legisladores del partido Herri Batasuna que habían sido sancionados por no concurrir a las sesiones invocando libertad ideológica.

El Tribunal sentenció que: “la libertad ideológica no puede amparar actitudes que impliquen precisamente desconocer la obligación principal de un cargo público que constituye un requisito inexcusable para el cumplimiento de la globalidad de las tareas parlamentarias”.

En nuestra historia parlamentaria ocurrió un hecho extremo en el sentido que venimos señalando, cuando en el año 1880 con motivo de los conflictos institucionales derivados de la federalización de la ciudad de Buenos Aires, el Poder Ejecutivo, el Senado y una parte de la Cámara de Diputados resolvieron instalarse en el barrio de Belgrano, mientras que un grupo de diputados que no estaban de acuerdo con esa medida, decidieron no asistir a las sesiones, pese a las intimaciones que habían recibido porque la Cámara no podía sesionar por falta de quórum. Ante esa situación la minoría resolvió declarar vacantes los cargos de los diputados inasistentes.

Finalmente, no puedo dejar de decir que resulta patético y bochornoso ver a los legisladores agazapados detrás de las cortinas del recinto o en dependencias aledañas, a la espera de que fracase la sesión y de entrar a la sala recién cuando sus pares consiguieron formar el quórum para poder sesionar. En este caso suelen poner todos los obstáculos posibles para evitar la sanción de los proyectos por los cuales se negaban ilegalmente a concurrir al recinto.

Eduardo Menem es ex senador nacional y ex presidente provisional del Senado.