Proyecto de ley sobre rebaja de sueldos y jubilaciones

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29 y 30 de julio de 2001
49ª Reunión – Sesión Especial
Diario de Sesiones – Páginas 3716 a 3719

Sr. Menem. — Señor presidente: a esta altura del debate es muy poco lo que puedo agregar a lo que aquí se ha dicho.
No obstante, además de pedir la inserción de mis reflexiones sobre este proyecto de ley, donde en particular detallo todas las objeciones que me merece, no puedo dejar de hacer algunas consideraciones sobre el tema.
Debo reconocer, señor presidente, que desde el año 1983, que tengo el honor de ocupar esta banca en representación de la provincia de La Rioja, nunca me he sentido tan presionado, tan compelido, ni he experimentado esta angustia existencial en torno a la votación en favor o en contra de una determinada ley.
Hemos pasado por situaciones muy difíciles en estos 18 años de democracia, con debates larguísimos y días como el de hoy, en los que también debimos sesionar los sábados y domingos.
En la época del presidente Alfonsín recuerdo haber votado un presupuesto un día domingo, allá por septiembre, cuando más que presupuesto se trataba de una rendición de cuentas, pero lo teníamos que aprobar antes de que terminara el año parlamentario, también así, a las apuradas y con la angustia de sancionar un proyecto de ley.
Viene a mi memoria la consideración del Tratado del Beagle, que en su momento enfrentó a los argentinos y que generó tantas tensiones; había problemas entre partidos y en los bloques. Entre otros casos, también recuerdo el tratamiento de la reforma al Código de Justicia Militar, cuando debimos enfrentar votaciones tan importantes como las referidas a la ley de obediencia debida y el punto final, donde nuestra bancada votó en contra; o el envío de naves al Golfo, en la época del conflicto. Si bien fueron debates trascendentes, nunca se nos planteó la situación de hoy: o se sanciona esta ley o viene el apocalipsis, o se aprueba esta ley o mañana el país estalla en pedazos.
A su vez, surge la presión de todos los medios de comunicación que le echan la culpa al Senado porque aún no se cuenta con esta la ley, como si hiciera un mes que está aquí para su tratamiento. Y nosotros hemos aprendido a leer el mensaje: cuando se habla del Senado y de su culpa siempre se menciona al bloque de senadores justicialistas, porque somos mayoría.
Sin embargo, con esa responsabilidad hemos venido prestando la más amplia colaboración que jamás una oposición en la historia del país le haya dado a un gobierno, pese a los antecedentes de la oposición que hizo el gobierno de la Alianza, que utilizó todas las estrategias parlamentarias posibles para evitar que sancionáramos las leyes que permitieron sacar al país del incendio en 1989.
Como decía un senador del oficialismo: no es hora de echarnos las culpas, es hora de ver cómo salimos de esta crisis. Pero la crisis no es meramente económica, porque yo tampoco creo que con la sanción de esta norma se solucionen todos los problemas, ni mucho menos. Creo que la crisis es eminentemente política.
Entiendo que la falta de credibilidad y de confianza en nuestro país se suscita porque no hay confianza en el gobierno; porque este ha sido el fracaso más estrepitoso que haya tenido un gobierno constitucional en la historia de nuestro país. Nunca un gobierno se desgastó tan rápidamente, nunca perdió tanto la credibilidad, nunca bajaron tanto los índices de aceptación de un gobierno, como con el actual. No lo digo en tono de reproche, es un dato objetivo de la realidad. Lo que ocurre es que fracasó la Alianza. Lamentablemente teníamos razón cuando decíamos que solamente se trataba de una alianza para ganar una elección y que no serviría para gobernar.
La Alianza se hizo pedazos al poco tiempo de asumir el gobierno porque no existía una coincidencia de programas, porque era nada más que un conjunto de partidos, sobre dos principales, que se unieron solamente para reunir votos.
Era muy fácil escribir la “Carta a los Argentinos”, era muy fácil diseñar los flashes de televisión para un publicista creativo que pudiera denostar al anterior gobierno y hacer creer que éste traería todas las soluciones.
Todo fue una defraudación para la gente que votó a la Alianza, pero no sólo para ellos, porque generó además una falta de credibilidad hacia afuera. Porque ¿qué credibilidad puede tenerse en un país en el cual un vicepresidente de la Nación renuncia a los diez meses de asumir el gobierno por una pequeña pelea, como la ocurrida entre los integrantes de la Alianza?
Recordemos cuando el bloque de la Alianza se empezó a hacer pedazos en la Cámara de Diputados y cuando tuvieron que echar manos a funcionarios que habían sido denostados durante diez años.
Señor presidente: no se me puede hacer creer que el tema sea el de la deuda, tal como se ha dicho aquí, y que estemos mal solamente por la deuda externa, que ya no es externa sino pública, porque hay otros países que están mucho más endeudados que nosotros y no tienen estos problemas, hablo de países centrales que tienen un índice de endeudamiento mucho más alto que la Argentina con relación al producto bruto.
Aquí se ha dicho que el Tratado de Maastricht establece hasta un 60 por ciento de endeudamiento como límite para pertenecer a la Unión Europea, y la Argentina está en un 46 por ciento. Si vemos datos de otros países, podemos decir que España está en un 100 por ciento, Estados Unidos en un 56 por ciento, los Países Bajos en un 54 por ciento, el Reino Unido en un 49 por ciento, Suecia en un 48 por ciento, Finlandia en un 44 por ciento, y el menos endeudado es Suiza, con un 26 por ciento. Entonces, el tema no es solamente el de la deuda externa.
Pero, además, se ha dicho que el tema es el déficit; y, sí, es cierto, tenemos un déficit elevado: el 2,4 por ciento del producto bruto, pero tampoco es inmanejable, porque el mismo Tratado de Maastricht establece un 3 por ciento como tope del déficit. Entonces, ¿qué es lo que pasa? Todos esos países a los que hice referencia también partieron de déficit elevados y han ido modificando el funcionamiento de sus economías hasta lograr el déficit cero e inclusive el superávit.
Entonces nuestro problema, señor presidente, no es que hayamos triplicado la deuda. Porque si es cierto que la deuda se ha triplicado, también lo es que se cuadruplicó el Producto Bruto Interno. Entonces, cuando alegremente se dice que debemos 128 mil millones de dólares, también habría que recordar que nuestro producto bruto es de 280 mil millones de pesos o de dólares. Yo recuerdo que cuando terminaba el gobierno del doctor Alfonsín la deuda declarada era de 60 mil millones —de hecho, era mayor—, pero había un producto bruto de 90 mil millones de pesos, o sea que el endeudamiento era mucho más grave en aquel entonces.
Señor presidente: si no admitimos que si bien la crisis tiene una consecuencia económica también tiene una raíz de índole política, nunca vamos a saber cómo solucionarla. Entonces, más allá de las medidas que se tomen, lo importante es que el gobierno sepa que es a él a quien no se le cree y no a las posibilidades de la República Argentina.
Ya han detallado mis compañeros de bancada todas las veces que este bloque votó a favor o al menos permitió la sanción de las leyes propuestas por el gobierno. No las voy a repetir. También han detallado todas las oportunidades en que se advirtió que el tema de la crisis no se supera con medidas recesivas. Lo advertimos en diciembre de 1999 y a comienzos del 2000, cuando dijimos que el “impuestazo” y el recorte de los sueldos no eran un buen camino porque traían más recesión y el problema de la Argentina, precisamente, era la recesión.
Estuvimos más de dos años sin crecer. Pudimos soportar las crisis del “tequila”, la del sudeste asiático, la de Rusia y la del Brasil. Cuando en el último trimestre del ’99 habíamos empezado a salir de la recesión, vinieron las medidas que nos volvieron a sumergir en ella. Porque además, el gobierno de la Alianza trajo un mensaje desalentador. Ya en ese entonces, señor presidente, se hablaba de que estábamos al borde del abismo. En vez de tratar de salir de la recesión y de tirar buenas ondas decía que estábamos al borde del abismo. Ponían énfasis en la magnitud del déficit y en los errores del gobierno anterior. Así fuimos cayendo cada vez más. Ahora no se sabe si realmente ya estamos en el abismo o al borde de él. No sabemos si esta norma que hoy se propone, que ha sido criticada con tanta razón, realmente nos permitirá salir del abismo o evitar que caigamos en él, pero esto es responsabilidad del gobierno.
Este bloque de senadores justicialistas va a seguir actuando con la misma responsabilidad. No va a poner palos en la rueda. Yo ardo en deseos de saber qué habría hecho la Alianza como oposición si hubiéramos estado en la misma situación. Pero nosotros hemos aprendido del general Perón que primero está la Patria, después el Movimiento y luego los hombres.
Por eso actuamos con la mira levantada. Sabemos que si no se sanciona la ley, mañana no se le va a echar la culpa al Senado sino al bloque justicialista; se va a decir que somos responsables de la eventual hecatombe, de que hay más fugas de depósitos, más retiros de los bancos, que hay menos inversión y menos credibilidad. Sin embargo, repito, la raíz de esta crisis es netamente política.
Pero, además, nos angustia la situación de nuestras provincias. Se nos ha dicho que, si no se aprueba este proyecto de ley, no vamos a recibir un peso en nuestras provincias para poder cumplir con nuestras obligaciones; y a quienes venimos de provincias desfinanciadas, con graves problemas, esto nos angustia muchísimo porque estamos realmente abrumados. ¿Con qué cara vamos a ir a nuestras provincias si se nos dice que por culpa de no aprobarse esta iniciativa no se le pueden pagar los sueldos a los empleados públicos de los estados provinciales? Entonces, estamos ante una encrucijada muy difícil y tenemos que actuar con la mente fría.
Por supuesto que no podemos dejar de señalar que este proyecto de ley tiene gravísimos errores. ¿Cómo vamos a aceptar calladamente que se recorten sueldos y jubilaciones? Obviamente que no lo aceptamos. ¿Cómo vamos a aceptar silenciosamente esa modificación al artículo 34 de la ley 24.156, que significa introducir en una ley permanente un mecanismo de emergencia? Claro que está mal. ¿Cómo vamos a aceptar normas inconstitucionales como esta que recorta jubilaciones, introduce reformas al Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, inhibiendo la posibilidad de que se adopten medidas cautelares? ¿Cómo vamos a hablar de que no hay derechos irrevocablemente adquiridos?
Esta es responsabilidad del gobierno, de quienes proponen esta ley. Nosotros se lo advertimos; no vamos a precipitarlos al escenario apocalíptico, pero tampoco vamos a callarnos frente a los graves errores y peligros que encierra esta iniciativa, porque seguramente más de una de sus normas van a ser atacadas de inconstitucionalidad.
La mayoría de nuestros gobernadores nos han pedido que facilitemos la sanción de este proyecto de ley porque, de lo contrario, muchas provincias mañana mismo corren el riesgo de caer en cesación de pagos, con los conflictos sociales que ello traerá aparejado.
Por eso, en esta instancia, yo voy a exigir una respuesta categórica del presidente de la bancada oficialista acerca de los compromisos que la Nación ha asumido frente a las provincias. Algunos de ellos están contenidos en ese denominado Pacto de la Independencia, del 17 de julio, que se encuentra firmado, pero otros constituyen compromisos de honor del gobierno nacional para con los estados provinciales.
Me refiero a cinco compromisos puntuales: la garantía de cumplimiento del Fondo Fiduciario, comprometido en el acta firmada con el presidente de la Rúa por 1.000 millones de pesos; la efectiva refinanciación de los vencimientos de capital del semestre, incluido el correspondiente a julio; un reconocimiento de la deuda por la diferencia de los tres puntos del IVA, cuando el impuesto pasó del 18 al 21 por ciento, mediante la emisión de certificados a dieciséis años; la emisión del bono federal por parte del Fondo Fiduciario por cuenta y orden de cada provincia; y el último, pero no menos importante, el cumplimiento de todos los pactos especiales entre la Nación y las provincias. Y digo último, pero no menos importante, por cuanto mi provincia tiene firmados pactos especiales con la Nación en materia de asistencia financiera.
El presidente de la Nación y los funcionarios de rango inferior se han comprometido a respetar estos acuerdos; se lo han prometido a nuestros gobernadores. Por eso, solicito al presidente de la bancada radical que en este acto manifieste si avala y certifica que se van a cumplir. Le solicito que informe si tiene conocimiento del compromiso y si ellos avalan con su palabra su cumplimiento.
Sr. Presidente (Losada). — Señor senador por La Rioja: ¿usted desea que el señor senador Agúndez le responda ahora?
Sr. Menem. — Sí, señor presidente.
Sr. Presidente (Losada). — Tiene la palabra el señor senador por San Luis.
Sr. Agúndez. — Señor presidente: cuando a través de los medios hoy me enteré de estos cinco compromisos mencionados por el señor senador por La Rioja, le pedí al señor jefe de Gabinete de Ministros que me informara al respecto, y él me contestó que ellos forman parte de compromisos anteriores entre la Nación y las provincias.
En cuanto al tercer compromiso, es decir, el reconocimiento por parte del gobierno de la deuda con las provincias por los tres puntos del IVA no coparticipado, cuando dicho gravamen pasó del 18 al 21 por ciento mediante la emisión de una deuda certificada a dieciséis años, por unos 1.200 millones de pesos, está contemplado en un compromiso del anterior gobierno, que data de 1995.
De todas maneras, en cuanto a los cinco compromisos citados por el senador Menem, el señor jefe de Gabinete de Ministros me informó que se quiere cumplir con todos. Por lo tanto, como no puedo dudar de mi gobierno, entiendo que fue positiva la respuesta que se me brindó.
Sr. Presidente (Menem). — Continúa en el uso de la palabra el señor senador Menem.
Sr. Menem. — Señor presidente: agradezco muchísimo al presidente de la bancada del oficialismo su ratificación del compromiso asumido, porque dentro de esta situación tan difícil que vivimos nos hace alentar la esperanza de que esta vez se van a cumplir, ya que anteriormente, pese a estar contemplados en los pactos, ello ocurrió. Por eso manifesté nuestra preocupación.
Finalmente, el justicialismo asume una vez más su responsabilidad como partido de la oposición. Es el rol que nos ha dado el pueblo argentino cuando votó a la Alianza para ser gobierno y nosotros respetamos las reglas de juego: que la Alianza gobierne el país durante la totalidad del período constitucional para el cual fue electa y nosotros seguiremos ejerciendo una oposición responsable, lo cual significa advertir cuándo se toma el rumbo equivocado.
Por otra parte, y como algo obvio, les solicitamos que si el proyecto en consideración es aprobado esta noche, procuren hacer de él un uso racional y equitativo, que cause los menores sacrificios posibles a nuestra gente y que traten de ser ecuánimes.
No desconocemos que vivimos un período preelectoral; por lo tanto, esperamos que también sean ecuánimes a la hora de repartir recursos a las provincias, que las hay gobernadas por la Alianza y por el Justicialismo.
Ya que estamos frente a un proyecto tan cuestionado y discutido con toda razón, esperamos que no se convierta en un instrumento para aumentar una injusticia, algo que no estamos dispuestos a tolerar.
Finalmente, solicito que se inserte en el Diario de Sesiones el análisis particular que pensaba realizar sobre el instrumento en consideración.

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