Proyecto de ley aprobado el Tratado sobre Complementación Minera con Chile

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24 de noviembre de 1999
62ª Reunión – 26ª Sesión ordinaria

Sr. Menem.— Señor presidente, distinguidos colegas: vamos a aprobar ahora un tema de trascendental importancia como es el Tratado sobre Integración y Complementación Minera suscripto con Chile, su protocolo complementario y un acuerdo de canje de notas enmendando un error material que viene a culminar con un proceso que es realmente notable.
No me voy a referir específicamente a los aspectos del contenido del Tratado en lo que hace al aspecto minero; eso lo va a hacer el señor senador por San Juan José Luis Gioja. Yo como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto sólo quería enfatizar que este convenio no puede verse aislado en las relaciones con la República de Chile sino que se lo debe considerar dentro de un marco de relaciones que han venido intensificándose desde la firma del Tratado de Paz y Amistad del 29 de noviembre de 1984.
A partir de entonces empezaron a incrementarse las relaciones con el país hermano, que tuvieron un extraordinario impulso luego del convenio sobre límites suscripto en 1991, a través del cual se puso fin a veintidós problemas limítrofes. Uno de ellos, el de Laguna del Desierto, fue sometido a arbitraje; otro, el de Hielos Continentales, luego de diversos avatares, terminó siendo suscripto no hace mucho tiempo.
Así dimos por terminada una etapa de enfrentamientos entre la Argentina y Chile que nos puso al borde de la guerra en 1978. Una vez recuperada la democracia en ambos países y a partir del momento en que empezamos a compartir sus valores al poner como prioritarios en nuestras relaciones los principios de la libertad, la paz, la justicia y el desarrollo, como no podía ser de otra forma, comenzamos a crecer y a relacionarnos. En este sentido, muy pocos países en el mundo pueden demostrar un estado de desarrollo tan intenso en las relaciones como el operado en los últimos años entre la Argentina y Chile. Podemos mencionar, por ejemplo, la integración física a través de trece pasos fronterizos prioritarios, desde Jujuy hasta el Sur, a lo largo de toda la cordillera. Algunos se están construyendo y otros se han terminado, haciendo posible el tránsito de personas y de bienes entre los dos países.
También es de destacarse la integración energética a través de los gasoductos y de los oleoductos entre nuestros países, así como las inversiones realizadas por capitales chilenos en la Argentina, que en los últimos tiempos superan los diez mil millones de dólares.
Todo esto ha venido conformando un estado de las relaciones que ha trascendido a otros niveles y que hace veinte años hubieran parecido realmente una utopía. Me refiero, por ejemplo, al trabajo que realizan nuestras fuerzas armadas en la construcción de fragatas y en la reparación de buques.
Entonces, el Tratado de Cooperación Minera constituye un paso más en ese proceso de integración que hace mucho tiempo ha dejado de ser teórico. Estamos cansados de escuchar hablar de la integración desde nuestra niñez, pero ha empezado a tener nombre y color en los últimos años con la conformación del Mercosur, al cual se asociaron luego Chile y Bolivia. Asimismo, con cada uno de los países de la región en general y con Chile en particular hemos hecho realidad la integración.
Este Tratado de complementación minera, como va a explicar muy bien el señor senador por San Juan, tiene la extraordinaria importancia de habilitar el trabajo en común al borde y a lo largo de nuestras fronteras para la exploración y la explotación mineras. Esta actividad ha tenido un crecimiento explosivo en nuestro país durante los últimos años, pasando a constituir una de nuestras fuentes con mayor proyección en materia de exportaciones en cuanto a la mano de obra que ocupa. Y esto tiene un efecto multiplicador en lo referido a las redes de energía, caminos y viviendas, aspecto tan importante hoy en día.
Desde la óptica de las relaciones exteriores de nuestro país, creo que estamos cumpliendo un objetivo de concepción geopolítica que nos ha llevado a sustituir las hipótesis de conflicto que tuvimos hasta hace poco tiempo por hipótesis de cooperación. Este tratado de cooperación minera es, en efecto, un ejemplo de cooperación.
Los que vivimos en las provincias andinas, a lo largo de la Cordillera de los Andes, vamos a sentir en forma más directa los beneficios, pero éstos son para todo el país. Porque 1 peso que se exporta representa 1 peso que aumenta nuestras posibilidades de desarrollo. La minería, como digo, tiene grandes posibilidades en materia de exportación.
Al respecto, podemos escuchar a los senadores por San Juan y Catamarca, que han conseguido mucho con relación a este auge de la industria minera en nuestro país durante estos últimos años.
Hoy me siento muy feliz. Estuve presente cuando se firmó el protocolo adicional, que solucionó algunos problemas que teníamos al principio y permitió zanjar todas las dudas. Así, fue sometido a la consideración legislativa en la Argentina y en Chile y oportunamente aprobado.
Aspiro a que —como en oportunidad del Tratado de los Hielos Continentales— esta iniciativa sea aprobada por los parlamentos de ambos países, si no en forma simultánea por lo menos en la fecha más próxima posible, para dar de esa forma un nuevo mensaje de paz, de amistad, de integración y brindar asimismo una reafirmación de que este tipo de instrumentos sirven para el desarrollo de nuestros países.
Hablar del desarrollo significa también hablar de la paz. Si quieres la paz, lucha por el desarrollo, decía el Sumo Pontífice.
Con esta introducción, me permito ceder el uso de la palabra al senador por San Juan, que ha trabajado intensamente tanto en el tratado de límites como en el convenio de complementación minera.

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