EL TRANSFUGUISMO: LA PEOR CARA DE LA POLITICA

Viernes, 5 diciembre, 2008 7:05PM

El aparentemente sorpresivo paso del ex candidato presidencial opositor Roberto Lavagna a las filas del oficialismo ha puesto nuevamente en escena a uno de los peores vicios y aberraciones de la política como es el transfuguismo.-
No obstante haber recibido el repudio generalizado de la ciudadanía, el transfuguismo se ha constituido en los últimos tiempos en una frecuente forma de hacer política fomentada inocultablemente desde el Gobierno Nacional en su evidente propósito de debilitar o terminar con la oposición. Curiosamente desde el mismo Gobierno y desde importantes sectores que dominan algunos medios de comunicación se critica la falta de una oposición firme, sin reparar en que se trata precisamente de una situación que el propio oficialismo se ha empeñado en crear.-

Más allá de las repercusiones mediáticas que el hecho ha generado, no tiene ninguna relevancia este nuevo acto de sometimiento de un dirigente opositor a los designios del Gobierno, porque el ex Ministro nunca fue una figura importante dentro del justicialismo y no creo que signifique un aporte trascendente a las ya superpobladas filas oficialistas, sobre todo después de la tremenda devaluación que indudablemente ha experimentado el autor de tamaña claudicación.-
Con la cooptación de figuras de la oposición el Gobierno procede de la misma forma que con los superpoderes que se hace otorgar por el Congreso: no los necesita, porque tiene amplia mayoría en ambas Cámaras, pero lo hace como una ostentación de poderío y demostración de que nadie podrá oponerse a sus designios hegemónicos.-
La gravedad de este tipo de comportamiento radica en la defraudación que sufren los ciudadanos que han sido invitados a apoyar un proyecto político opositor, para enterarse poco tiempo después que esa oposición era sólo declamada o fingida. Es por eso que en España, que también ha sufrido el flagelo del transfuguismo aunque en menor medida que en nuestro país, se ha dicho que constituye una estafa política que afecta directamente al sistema político en su conjunto (Joseph Reniu, Diccionario Crítico de Ciencias Sociales de la Universidad Complutense Madrid).-
El caso que hoy motiva estas reflexiones ha sido comparado, ya sea para equipararlo o para diferenciarlo del que, con gran repercusión mediática, protagonizó un diputado que adhirió al oficialismo poco después de haber sido elegido desde un partido opositor. Considero que el caso del ex Ministro de Economía de Duhalde y Kirchner reviste mayor gravedad, no sólo por la naturaleza de la candidatura, que involucró a un partido centenario como la Unión Cívica Radical, sino por el perfil marcadamente opositor que le imprimió a su campaña electoral en la realizó gravísimas imputaciones contra el Gobierno con el cual ahora aparece como aliado.-
Las experiencias recientes demuestran que los que adoptan este tipo de actitudes siempre tratan de justificarse con argumentos tales como: “lo hago por el bien del país, o del partido, o para defender mejor a los que me votaron, o porque quiero cambiar las cosas desde adentro del Gobierno”, etc. etc. Sospecho que ninguna de estas apelaciones
podrá servir para aliviar la tremenda decepción que deben sentir la mayoría de los que apoyaron la candidatura de la última (por ahora) adquisición oficialista.-
De todos modos la responsabilidad por los actos de transfuguismo político no recaen únicamente a los que se muestran propensos a cambiarse de bando, generalmente al oficialismo, sino a los que lo utilizan como herramienta política con propósitos hegemónicos, por más que se los quiera disimilar con nombres tales como el ya trillado “transversalismo”, que hoy ya resulta insuficiente para tapar las miserias de los que se prestan a ese juego.-